Bayamo tiene un privilegio histórico su fundación. El hecho irreversible de ser la segunda villa levantada por Diego Velázquez.
Sus antiquísimas calles, callejones, plazas y plazuelas nos hablan de su inusual arquitectura que retrata con inigualable maestría las tradiciones y su historia preñada de acontecimientos singulares.
Sus calles y callejones son testigos seculares del devenir insurgente y de la quema gloriosa cuando sus moradores prefirieron incendiar su ciudad antes de entregarla a los españoles.
Las calles bayamesas son un hito trascendente con su misticismo vivo e intangible. La historia de la calle de la Cruz Verde surge de una antigua leyenda de mucho arraigo en el Bayamo de ayer, propia del oscurantismo y la superstición.
Al forastero de antaño, le llamaba mucho la atención, una gran cruz de color verde oscuro, adosada a la pared vieja de una desaparecida vivienda de esa arteria, un poco más allá del callejón de la Luz (actualmente calle Bartolomé Masò). Contaban viejas narraciones que el culto a aquella reliquia iluminaba solo los siete viernes de cuaresma y antecede a la fundación de la iglesia de San Juan Evangelista, en el barrio de su nombre.
Esta tradición que todo lo adorna y engalana fue el motivo de que se llamaran en tiempos de la colonia calle de la Cruz Verde (actualmente calle: Carlos Manuel de Céspedes) a sus primeras seis cuadras comprendidas desde la plaza del Himno hasta Manuel del Socorro Rodríguez (antiguamente callejón de la amargura) y en lo adelante hasta su final de la Guinea. Después tuvo el nombre de San Salvador en su totalidad.
Esta calle típica bayamesa acoge en su seno el nacimiento del mayor general Francisco Vicente Aguilera y se conservan aún las casas donde residieran el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes y la bayamesa patriota Candelaria Palma.
Por Tec. en servicios archivísticos: José Manuel Carbonell Corrales